Cuando muere un ESCRITOR las palabras que cuelgan en la intersección entre los dedos y la punta de la pluma, o del teclado, lloran y patalean de rabia, hasta el agotamiento mortal, por haber estado tan apunto de ser literatura.
No deben pasarlo mejor las que quedan dentro de la piel del escritor, ya que, me han contando, se suicidan en masa inmolándose, letra a letra, mientras ven deshacerse la maraña nerviosa que hasta ese preciso instante las sustentaba. En cambio las ya impresas , aún entristecidas por el adiós a su dios, se visten de gala para el trajín y el sinfín de ceremonias públicas y consuelos privados.
No deben pasarlo mejor las que quedan dentro de la piel del escritor, ya que, me han contando, se suicidan en masa inmolándose, letra a letra, mientras ven deshacerse la maraña nerviosa que hasta ese preciso instante las sustentaba. En cambio las ya impresas , aún entristecidas por el adiós a su dios, se visten de gala para el trajín y el sinfín de ceremonias públicas y consuelos privados.
Yo, privadamente, me consolaré con las ya impresas. Empezaré por El evangelio según Jesuscristo, y echaré de menos sus palabras suicidadas y a las muertas de rabia, pero además echaré de menos, y mucho, su manera de ver el mundo.
Le leía a él, (como a Galeano) en su blog, antes de abrir ningún periódico.
Esto cuelga desde el día 18 en su Cuaderno:
"Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte."
Revista del Expresso, Portugal (entrevista), 11 de octubre de 2008
Obrigada, Saramago!