martes, 31 de marzo de 2009

Vicente Traver , filósofo for children y agricultor solar







Hoy las lágrimas lilas han escalado hasta el morado trepando por las laderas de un corazón lleno de amor y admiración hacia ti. Dulces como moras, como las horas que nos regalaste, pero con el color de la tristeza de echarte de menos desde ya.

Te he escrito y te escribiré cartas llenas de amor y de besos guarros, como a ti te gustan. Las meteré en botellas que antes grabaré con tu inicial robando a la eternidad aquel momento junto a los caballos, en el que tú grababas la copa de Antón y yo pintaba piedras para otro de esos amores míos que nacen con la primera mirada o la primera palabra y duran lo que dura la eternidad, y las echaré al mar, porque sé que algún día te llegarán.

Esta canción sonará por ti cada vez que mi princesita de los ojos más azulmente tristes llore llenando el cielo de lágrimas en un teatro, ella estará muy triste, ya sabes... pero yo estaré agradecida por haber podido disfrutar al más saltarín de los gnomos de Faxilde, al mejor agricultor solar y al sabio de las cartas dulces y hermosas.

Tenía pensado meterte en un cuento pero, como siempre, Antón se me adelantó.


"- Antón:¡Arrea!¿eres profe? no sabía que eras profe de filosofía.
- Vicente: ¿no, y qué pensabas que era?
- Antón: Agricultor solar o ...algo así.
- Vicente: ¡Ahí va, qué bonito! ¿y eso por qué?
- Antón: Por que como brillas como un sol podrías hacer nacer las mejores verduras y frutas, por eso."





¡Hasta siempre, amigo!



lunes, 23 de marzo de 2009

Handerbergito





Esa tarde Handerbergio Morera desperezaba sus ramas cuando descubrió que en el huerto habían nacido nuevas flores.
Aveces, sumido en los efluvios de su condición simbiótica, sintiéndose único y extraordinario, olvidaba que además de enredadera era árbol, y viceversa . Porque Handebergia y Morera eran únicos y extraordinarios per se, pero juntos eran tan únicos y tan extraordinarios que los sucesos más increíbles sucedían a su alrededor de un modo tan natural como la salida del sol o la llegada de la lluvia.

La noche anterior el cielo había desprendido cuatro lágrimas por hoja. Un goteo agradecido por todo el oxígeno que ellos dos juntos le regalaban, aunque un poco cutre, había pensado Handerbergia antes de cerrar sus párpados y besar cada centímetro de su amado con cada uno de sus pétalos morados, sientiendo el increíble placer de no tener que dormir imaginando su tacto y su olor como en tiempos pasados. Morera apenas había percibido el llanto del cielo, quizás porque desde que era un brote había aprendido que las nubes no lloran por pena, si no por pura generosidad, aunque a veces sean tan desmedidas que lleguen a hacer daño. Así que fue de mañana, al despertar, cuando notó aquella humedad sobre sus partes.

-Suena mal, ya lo sé,- se dijo la narradora del extraordinario suceso- pero es que fue justo ahí, en sus partes, no en sus delicadas y recien nacidas hojas, ni en la piel que cubre su tronco, ni en sus líquenes, no, fue ahí, en sus partes, justo donde el tronco se bifurca en varias ramas, donde tuvo la primera sensación húmeda esa mañana, como tantas otras veces. Con lo que ni en el aire, ni en las señales con que la vida marcaba su cotidianidad nada permítia leer códigos ni presagios sobre lo acontecido.

Durante el desayuno, mientras Handerbergia al sorber la cal de la tierra exclamaba unos ummmm de placer tan escandalosos que los pájaros huían despavoridos de sus ramas, hablaron sobre la primavera que a ella le arranca las flores y que a él le llena de hojas y deliciosas moras. También hablaron, cómo no, sobre los pájaros que les habitan y sus melodías silvestres, incluso se permitieron quejar de Toñito el jilguero, el ave más influenciable del lugar, a la vista de como absorbió las nuevas y horribles tendencias en sus antaño hermosos cantos, influenciado por los tonos y los politonos que flotan, irremediablemente, hasta en el paríso. Y una cosa que lleva a la otra y a estos dos que les gusta saltar de emoción en emoción y ... un rosario de pensamientos acabó por ensartar las palabras nidos y cachorrillos. Como los de las ardillas que morera albergaba en su vientre y los de los petirrojos y mirlos a los que tanto le gusta envolver con sus enredos a Handerbergia.
-No hay nada tan dulce como la piel de un bebe y una boca comiendo de su madre.- dijo la enredadera abrazándose cada vez más a su amado.
- Nada, es verdad, ¿y que me dices de esas primeras risas locas que se les escapan a veces por fiestas a veces por miedo? ¿y esas carreras, y los mordiscos, picotazos, saltos y revoloteos?

Por un instante los dos sintieron el mismo y disparatado deseo: ser padres juntos, porque por separado ya lo habían sido alguna vez.

¡Ay! - suspiraron al unísono, cómo si el alma necesitase deshincharse un poco pero sin decir ni una palabra. Ella desprendiéndo una docena de pétalos morados y él brotando una docena de moras más y ciento cincuenta gramos de hojas.
Un abrazo feliz los sumió en lujuria intempestiva, como siempre, ella cada vez más consicente de su enredo y él cada vez más cerca del cielo.

El medio día, con el sol libre de nubes sobre el huerto, no les había invitado a mirar hacia éste, pero ahora, tras la pequeña siesta, absortos los dos, con su mirada posada en el bosque, poseídos por la distracción con que le obsequiaban el baile de las hojas de los carballos y el viento y las suicidas flores de los ecucaliptos lloviendo sobre la hierba, descubrieron las nuevas flores, y entre ellas la más delicada y hermosa que habían visto jamás.




- ¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhh! - exclamarón juntos desde cada uno de sus poros.
- Fue la lluvia de esta noche.- dijo Handerbergia tan inquieta y conmovida que casi se desprende de su amor por el impulso de abrazar al capullito nacido en la flor.
- ¡Qué coño, la lluvia! ¡fue el amor!- dijo Morera con tanta certeza que de nuevo se sintieron uno, dos... y tres.







Continuará... (te adelanto que es niño y que están pensando en ponerle Handerbergito o Handerberjulito Morales)




martes, 17 de marzo de 2009

Historia Clínica - Eduardo Galeano.





Viene bien esta historia para una víspera de cumpleaños. Una historia de amor bien contada siempre es de agradecer. También Saramago habla de amor en su última entrada, él lo hace sobre ese amor grande, enorme, profundo que cuando se encuentra es difícil no escribir sobre él.
Yo hoy pensaba escribir sobre el amor y los regalos, pero hoy lo dejo así, sólo con las bocas de tiempo de Galeano y con el corazón acariciado por el amor que Saramago le profesa a su presidenta.
La foto del cortacesped no tiene nada que ver con el texto de Galeano pero si con el amor que me rodea, el vídeo también es otro regalo lleno de ... de algo inexplicable.




"Informó que sufría taquicardia cada vez que lo veía, aunque fuera de lejos.
Declaró que se le secaban las glándulas salivales cuando él la miraba, aunque fuera de refilón.

Admitió una hipersecreción de las glándulas sudoríparas cada vez que él le hablaba, aunque fuera para contestarle el saludo.

Reconoció que padecía de graves desequilibrios en la presión sanguínea cuando él la rozaba, aunque fuera por error. Confesó que por él padecía mareos, que se le nublaba la visión, que se le aflojaban las rodillas. Que en los días no podía parar de decir bobadas y en las noches no conseguía dormir.

-Fue hace mucho tiempo, doctor -dijo-. Yo nunca más sentí nada de eso.

-¿Nunca más sintió nada de eso?

Y diagnosticó:

-Su caso es grave."

(Eduardo Galeano, Bocas de Tiempo)

viernes, 6 de marzo de 2009

LIBROS LIBRES



Esta certeza,con ilusión de editor incluída, ya la viví otras dos veces. De otra manera pero con tanta convicción por sus partes como la que experimentamos esta mañana en mi cocina, por eso contengo la alegría, aunque mi mente vuele de lámina en lámina intentando acabar el trabajo hasta ese punto en el que uno dice: hasta aquí había que llegar.

La efervescencia me posee de nuevo con plazos y fechas y el placer de sentirme poseída es inenarrable. Tengo sueño, mucho, pero mi mente hoy se ha instalado en una librería, en un aula de infantil, y en la cama de un niño al que uno de sus padres lee un cuento.

Hoy siento que un montón de páginas con olor a tinta, que yo no puedo oler, teñidas con los colores con los que se fabrican mis sueños, perspectivas que mi memoria me regala y mi imaginación de niña clavó en mi cerebro, y palabras que envuelven sentimientos vividos cuando no medía un metro, o aprendidos de tantos y tantos niños con los que me fui cruzando en el camino mientras mutaba en esponja, se han escapado de mí para convertirse en cuentos...¡en libros!

LIBROS, LIBROS, LIBROS, LIBROS, LIBROS repite mi mente cinco veces más una, LIBROS. Si cambiásemos una sola letra a esta palabra nos quedaría lo que en realidad hacen las historias que son capaces de salir de una mente y pegarse a un libro: ser LIBRES.

En realidad siento un deseo irrefrenable de soltarlas y poder sentirme libre yo también, ya que ultimamente no he hecho más que cobijarlas bajo mis alas, sobre todo a LARA.

He tenido la sensación de estar tejiendo un abrigo precioso y de que alguien tiraba de la lana y quería deshacerme una manga para fabricar un hermoso guante. El guante podría llegar a ser espectacular, no lo dudé nunca, pero ya no sería mi abrigo.

Hoy mi cabeza descansa porque he conseguido mantener entero el abrigo y, con el teatro, puedo hacerle unos bordados preciosos, pero mi corazón está efervescente viajando de lámina en lámina.

Intentaré dormir contando ovejas... que salgan de mis libros ¡Uaaaa qué subdión!

martes, 3 de marzo de 2009

¿Dónde empiezas tú y acabo yo?



"Cuando llega la primavera y mis flores me abandonan (es que soy tan rarita) tú me cubres con verdes besos de sombra.
Cuando el otoño te deshoja hasta la desnudez, yo florezco para envolver en una caricia enredada tus ramas con mis racimos de lágrimas… moradas.
Y así pasan las estaciones, año tras año: tú y tus verdes sombras, yo y mis lágrimas moradas"
Dijo la handerbergia melancólica a la morera, mientras esta dormía.

"Cuando llega la primavera y mis flores me abandonan, tus ramas tejen para mí un edredón de verdes y frescas sombras.
Cuando el otoño te deshoja hasta la desnudez, yo te envuelvo de brillantes luces moradas con las que enciendo tus ramas.
Y así pasan las estaciones, año tras año: Tú y tu acogedor edredón, yo y mis bombillas moradas."
Dijo la Handerbergia cariñosa a la morera, mientras esta le miraba extasiada.

"Cuando llega la primavera y mis flores me abandonan, con tus hojas construyes un nido donde albergarme envuelta de cantos de pájaro locos por tus moras.
Cuando el otoño impúdicamente te deshoja hasta la desnudez, resurgen mis racimos morados para engalanar tus ramas y ofrecer a nuestros inquilinos deliciosas libaciones.
Y así pasan las estaciones: tú y tus frutos de verano, yo y mis jugos de primavera desafiando al invierno."
Dijo la Handerbergia orgullosa de su amor a la morera, mientras esta la mecía.


Entonces la morera enamorada, estirando sus ramas hacia el cielo, sonó diciendo :.

¿Dónde acabas tú y empiezo yo florecilla mía, enredo del alma, lágrimas de mis penas, sonrisa de mis inviernos, manto morado de mis desnudas ramas, mimadora de los pájaros que anidan en mi cabeza, luces hermosas de mis ramas, dónde?
La handerbergia estremecida se enredó dicisiete hojas más.

El caso es que el jardinero que estaba mirándolas pensó que quizás tanto mezclarse, con el paso del tiempo acabase por hacerles daño.

- Jardinero. - dijo la handerbergia temerosa pero decidida - Mejor que tener esos pensamientos es que te dediques a arrancar las malas hierbas de tu huerto.
La morera suspiró una decena de brotes, luego le dijo a su amada.
- Calla, cariño, y enrédate en mí.
Y ahí están estación tras estación...