jueves, 27 de agosto de 2009

Velatorio






Querida Paz:
Esta tarde conocí a Pilar, una diminuta anciana de 89 años que caminaba con bastón por la ladera de un maravilloso balcón que asoma al Tambre a su paso por Ro.
Me había fijado en unas flores preciosas que cierran la mirada hacia el valle desde la carretera.
¡Para, para! - dije abriendo la puerta del coche.
Bajé a hacerles una foto y allí, en medio de las flores, estaba ella acariciando aquellas dalias rosas, algunas más altas que su cabeza.
Le dije que quería fotografiar las flores, e incluso a ella, si no le importaba.
Me preguntó, muy contenta que si me gustaban , y al decirle que ese rincón me parecían tan precioso que tuve que parar, dió un chimpo y me espetó:
-Bendito sea el día de hoy que a alguien le gustan mis flores tanto que para el coche para retratarlas.
Me gusta plantar esto, tanto como la comida, tanto o más. Me gustan mis flores, las cuido yo sola...
La conversación siguió por su ombligo enfermo, el médico de Santiago, ¡tan bueno que le dijo a su nuera que no hacía falta que la llevase a ella a buscar los resultados ! y los nietos que tiene en Pontevedra ...o en Lugo, que no sabe ella muy bien de nombres de ciudades ya. "Que me bailan en la cabeza" De ahí pasó a las manos y a los besos, tras un "me teño que limpar o fociño".
Me asústé un poco pensando en que podría oler mucho a detergentes etc, dejé de respirar mientras la besaba, como dejo de hacerlo cuando me cruzo con alguien en pleno monte mientras busco la mascarilla, pero no, sólo olía a jardín de aldea con río: a hierbas, dalias, agua dulce y monte. Tuve suerte, ya que me tuvo cogida de la mano mucho rato.
Apunté su nombre y dirección y quedé en mandarle la foto por correo. Se despidió sonriendo, de un modo simpático que ahora mismo no recuerdo muy bien, pero algo así como " Espero que veñan moitas veces a quitar fotos as miñas flores e que siga esta vella por aquí."

Tú no lo sabes, Paz, pero estábamos en tu velatorio. Julio, Jesús y yo, que, a nuestro estilo, nos juntamos para poder digerir, un poco al menos, el que ya no te podamos abrazar.

Escribiría mil cosas hermosas sobre ti, sobre tu mandera de ser y estar, sobre las ganas que siempre tuve de tenerte de hermana mayor. Recordaría en alto tantas horas a tu lado mientras crecía arrimada a la sombra de los mejores árboles.
El barrio, la autopista, los desahucios, el mercado, las horas en el ayuntamiento( antes del faraónico meapilas de los cojones) reuniones y comidas, y cenas, y tu casa, y tu Paco, nuestro Paco, y tus padres, y tu hija, y tus hermanas, y tu vida...
Tu comprensión, tu apoyo, tu cariño, tus abrazos, tu risa...

Puedo escribir un libro entero sobre ti y lo mucho que te quiero y te quiere la peña, un libro entero sobre lo buena gente que eres pero...de momento sólo me sale llorar.

paraísos para sensibles químicas y ranas (soy las dos cosas)


El agua del paraíso, de uno de mis paraísos, está a más de 40º, tiene tacto de fango y su aspecto es tan silvestre como... como el mío, pero he de confesar, sin ninguna duda y sin ningún pudor, que mi paraíso está en donde tú estés.

Es verdad que necesito carretera y manta para combatir esa sensación de encierro químico que de vez en cuando cae sobre mi espíruto de pájara, es verdad que la lejanía del hogar y esas imágenes y olores entrando a mi cabeza dan tregua a otras horas que no son nada fáciles y que ultimamente se acumulan sobre mí. Todo eso es verdad, como el resto de mis días de cebra blanca con rayas negras viceverseándose, pero la gran verdad es que mi paraíso está donde tú estés.

¡Ay, qué suerte ser rana habiendo estas charcas!

lunes, 17 de agosto de 2009

Mi cielo es lila , está lleno de pirucos y ese sábado sabía a bocata de pulpo




Aún no tengo palabras ni cabeza para hacer books ni para escribir sobre la maravilla que han sido todos estos días en vuestra compañía.
Me siento como un café hecho en pota esperando a que el agua atrape todo el aroma del delicioso grano. Luego me serviré.

Mi mente ha penetrado un libro y mi piel se ha rendido al sol y a la brisa.
No pienso, leo, y, como no es mi estilo de libro, aunque me esté gustando mucho, me dejo llevar sin que tras cada página me asalte la urgencia de escribir historia tras historia. ¡Qué placer sentirme así!

Entré un momento, a coger zumo de mandarina y pipas, y quise dejar colgado este hermoso atardecer con sabor a pulpo y regusto a mosquito suicida.

Besos de posos de café.