jueves, 21 de febrero de 2008

Efervescencia

Necesito que alguién me regale un bisturí con el que amputar limpiamente de mi cerebro todos los pensamientos laborales que flotan por mi cabeza, después de tantas horas dedicadas a organizar y diseñar celdas y documentos gráficos donde meter números, palabras y repertorios musicales. Necesito amputarlos cada medio día y volvérmelos a implatar a las 8 de la mañana , e impedirles que que tomen al asalto todas mis horas y todas mis energias.

Quiero dedicar a los asuntos remunerados sólo ese tiempo: cinco horas, porque estoy efervescente, como una olla de druída borracho que se ha pasado con el bicarbonato y el vinagre. Mi cabeza, mi corazón y todo mi cuerpo necesitan aparcar las "okupaciones" laborales y todas sus calenturas para poder dedicarme a las mías, las que me tienen efervescente.

Necesito seguir ilustrando mi universo y poder ofrecer los nuevos cielos a quien piensa en mí para crearlos. Necesito acabar de escribir lo pendiente y mandarlo, además de vender lo que ya estaba vendido pero... que todavía nadie ha publicado, pero sobre todo ...necesito mi modo de vivir.

Debo elegir entre una jornada completa o una media jornada, sé que si elijo la segunda tendré que trabajar por el mismo precio siempre que haga falta. Y lo haré porque sí, por que quiero a mi jefe, y no como una secretaria... si no como a un hijo o algún otro desastre similar, y porque me gustan las cosas bien hechas. Pero si me contratan a media jornada, o un poquito más, seré libre para hacer o no hacer, y del otro modo no lo seré.


Plan A: de 8 a 13 horas, llamadas, números, compras, cuentas, bancos, Acces, Excell y Publiser, Calendar, busca y captura para cada bolo , diseños de documentos, programas y carteles y envío de audios. ¡Ya está! , y luego me quito el vestido de buenos días y me pongo las botas de patear y pateo con lo móviles conectados, pronto será con los dedos libres calzando sandalias, pero pateo hasta las 14.30 que me recoja mi chelista y me devuelva a comer a casa.


¿Comer? otro misterio ...pero eso queda para otra entrada.


Y la tarde, depués de descansar un poquito, volverá a ser verde y morada, llena de líneas que desdibujen unviersos reales y niños que adornen cada una de la láminas.


¡Quiero, quiero, quiero, ya no puedo sujetar más mi efervescencia Socorroooooo, no puedo más! Hoy comienza el plan A.



























sábado, 16 de febrero de 2008

Mis flores de febrero



Flores que convierten en primavera un jardín de febrero.

Una, de promesas de blanca novia, y la otra, morada, del color en que sangra el corazón.

Flores que mañana hará dos años, aparecieron ante mis ojos sin haber ni soñado con su existencia. Que traje a mi casa con esperanza y admiración, pero que jamás pensé que cubriesen tan pronto mi cascarón.


No sabía ni su nombre, ni si les iría mejor la sombra o el sol, pero al verlas ante mí sólo pude rendirme a su belleza y tuve que hacerle caso a mi corazón. Con ellas sentí que plantaba un trozo de primavera en medio de mis inviernos.



Hoy sólo puedo decir que es el año II de las flores más hermosas de todos mis febreros. y que por ellas abandoné a la planta que antes había elegido para cubrir mi porche, pero es que crecen tanto, con tantas ganas y me dan tantas flores. Las abejas se han invitado a beber de ellas hasta hace unos días. El murmullo sonoro cesó y ahora las flores comienzan a desprenderse cubriendo el suelo de blanca nieve y lágrimas... moradas. Una delicada alfombra de regalo para ojos y pies.


Durante este tiempo muchas veces he estado tentada a hacerles una buena poda, a dosificar su crecimiento por donde más me convenga a mí, pero...adornan tanto mi invierno que he preferido dejarlas crecer libres y como quieran. Les puse cuerdas donde sujetarse, intenté ayudarlas a prenderse en ellas, y algunas las toman, pero la mayoría las dejan y se van siempre hacia arriba y en busca de la luz. Sé que abandonarán los laterales del porche y cubrirán el tejado y los barrotes de la terraza. Una de las moradas se ha enredado en la morera y promete fabricar un extaordinario árbol con dos floraciones y dos tipos de hoja.



Se irán por donde quieran y yo seguiré admirando su belleza. Pero hoy las he visto demasiado salvajes, incluso para mi. Supongo que no podré resistirme a la tijera.

sábado, 9 de febrero de 2008

De callejeros conejos y pies que cuelgan junto al agua.



Casi he terminado de atrapar otro conejo escapado de la chistera de mi jefe, y estoy a punto de dejar de estrujar a mis neuronas y poder descansar.
He conseguido encerrar precios, estilos, repertorios e imágen corporativa, de la empresa B, pensando en este conejo y en toda la madriguera. Pero dentro de tres días otro conejo escapará, y aquí estaré de nuevo, sola y con mis ganas como única arma "atrapatoria"...
En fín, con la de cosas hermosas que tengo por hacer... pero hasta que tenga a cada conejo en su madriguera esto va a ser así. La única esperanza es que a mi jefe se le acaben los conejos y mis neuronas queden libres para dedicarse a mis cosas.
El sol lleva días consiguiendo colgarse del cielo sin ningún estorbo y los árboles se han llenado de promesas de verde, olores de mimosas y magnolios, y de despistados pájaros que ya se creen en primavera y cantan mientras me "roban" trozos de cuerditas y algodones para sus nidos.
Y algo así me debe estar ocurriendo a mí, algo que me hace sentir llena de flores y agradables olores , de promesas verdes y pájaros que revolotean por mi pelo, algo que me hace escribir cuentos y llamar a mi amiga peluquera para que encienda de fuego mi melena, algo que me pide dar las gracias de modo dulce y llenar mis horas de paseos, algo que me dice que vaya ahora mismo a caminar hasta alguna orilla donde ponder colgar mis pies muy cerca del agua, para sentir como ésta le susurra a mi corazón que todo está bien, incluso yo.
No hay como ver callejeros los viernes, ahora que no ando como antes, de casa en casa censando todo lo censable por ahí. No hay como abrir los ojos y encontrarse la mirada de los que llenan cada viernes ese programa. No hay como apartar las pestañas del propio ombligo para situarse en la realidad y ver lo hermosa que es, o al menos lo hermosa que ahora toca.
He puesto ciclámenes y malvas lilas entre los carballos y mi gente está bien. No estoy sóla, no soy inmigrante, no tengo cuatro hijos que mantener en un cortello húmedo y asqueroso, nadie me pide favores carnales a cambio de trabajo, ni me muero de pena por ver crecer a mis hijos entre la mierda, y haberme desprendido del resto de mi familia, mientras me eslomo para pagarle a un usurero de este país lo 500 euros que me pide por un cuchitril sin baño, ni cocina pero llenito de moho, y poder dar de comer, con los otros 500 euros, a mi familia entera.
Iré a colgar mis pies junto al agua y a sentir sus susurros, hoy me dirán que mi hipoteca es una mierdita para la casa que disfruto, que mi mundo es precioso y que soy una privilegiada, también me dirán que no hace falta atrapar mariposas para ser feliz... A veces basta con atrapar conejos y luego saborear el relax que te supone haberlo hecho, y no sacar la vista de la realidad de los otros.

martes, 5 de febrero de 2008

Hoy he necesitado un cuento para poder despertar


Para poder salir de ese mundo donde se mezclan imágenes reales con otras más reales todavía pero...que no se pueden tocar.

Hoy mi cama estaba especialmente caliente y acogedora y no había manera de salir de ella.

Una nube de vacaciones se ha instalado por toda la casa:
un niño que ya sabe andar en bici, porque "qué habría sido de mí si no le hubiese hecho caso al consejo de Julio sobre impulsarme antes de poner los pies en los pedales",
un peluche blanco que sube y baja las escaleras y lame la cara de su niño dueño,
otro conejo, éste negro, que vive salvaje entre la hierbas crecidas de la huerta y no para de saltar delante de una de las ventanas de la sala,
un padre que hace zumos y tostadas,
una abuela que tiene que elegir entre venir a jugar con el nieto, o quedarse a comer el lacón con grelos y convertirse en peonza.
Y unos hijos mayores que no hacen ningún ruído porque o duermen, o no están...
Una nube llena de indicios de vacaciones me sujetó hoy a la cama.

Hoy no quería despertar y tuve que contarme un cuento lleno de otros cuentos que escribir e ilustrar, de árboles que esperan mis cuidados , de paseos junto al mar , y de corazones que ya han aprendido a no esperar para poder volver del mundo de los sueños.

Hoy he sentido pereza por vivir, por sentir, por tener que hacer el esfuerzo de soñar, de imaginar, de recordar que estoy viva y de esforzarme por ser feliz y practicar el bello ejercicio de la risa. Y quise seguir en ese lado de la vida donde no hay que hacer ningún esfuerzo para hacerlo, porque los sueños se fabrican sólos sin que tú hagas nada, porque da igual que sean bonitos que horrorosos, porque cada instante te regala otra oportunidad sin tener que fabricarla.

Puse en fila a los números, a las hojas de acces y excell, a las altas en casas de proovedores de aparataje de sonido, a los clientes que quieren celebrar con nuestros acordes su día más inolvidable, y a las múltiples estrategias comerciales que nos pasamos por el forro de los mismísimos, y los mandé a todos juntos entonando el himno del libro de la selva de vuelta a la vida de detrás de mi pantalla. "Mamá naturaleza de lo da..."
Así que desabroché el nudo que ata mis historias con cuerdas de ajetreos y me propuse elegir las fotos que me faltan para las últimas láminas. Eso y un paseo por el mercado, y conseguí que mi cerebro y mi piel quisiesen levantarse.
Un zumo que llega a mi boca porque alguien quiere que lo disfrute, la lluvia lamiendo los cristales, las gotas prendidas en las hojas de los árboles como perlas de cristal, el abrazo amoroso de mi niño pequeño, el conejo negro retozando con el gris, libres y disfrutones saltando por la huerta, el silencio de los que duermen, el murmullo de los que roncan, y la anestesia que brota de mi corazón, todo ello me mece en medio del cuento que he tenido que contarme para poderme levantar.

El teléfono ha sonado con voz de mujer agradable que quiere que le envíe un fax, el correo se abrió con mil encargos... la jornada laboral ha empezado, tarde pero ...implacable. Ya no puedo buscar mis fotos, ni fugarme un rato al mercado, pero luego, más tarde, saldré a vivir algo que me apetece hoy mucho: un paseo decadente por la orilla de una playa con columnas de balneario. La lluvia, que no la melancolía, me está invitando.